miércoles, 20 de marzo de 2013

Blog de Eduard Punset » La felicidad es un ‘estado de flujo'



Mihaly Csikszentmihalyi, catedrático en neurociencias de la U. de Stanford
Csikszentmihalyi
"Lunes" es casi una mala palabra para mucha gente porque significa volver a trabajar. Pero Csikszentmihalyi ha detectado una paradoja: el trabajo es más propicio que el ocio para alcanzar lo que él llama "estado de flujo" -algo que podría interpretarse como la felicidad-. La clave está en que, para mucha gente, el ocio es un tiempo muerto y el trabajo, todo lo contrario. Tener objetivos claros, poder gestionarlos y recibir un feedback es clave para fluir.

Fecha de la entrevista: 2005-11-22
Lugar de la entrevista: Univ. de Stanford

  • Perfil académico de Csikszentmihalyi en la web de la Univ. de Claremont
  • Entrevista a Csikszentmihalyi en la Wired magazine.
  • Entrada sobre Csikszentmihalyi en Wikipedia.
  • Extracto de 30 minutos en YouTube del programa de REDES con Csikszentmihalyi.
Mihaly Csikszentmihalyi es el director del “Quality of Life Research Center” de Claremont Graduate University, en California. Allí se dedica a investigar la base y las aplicaciones de los aspectos positivos del pensamiento, como el optimismo, la creatividad, la motivación intrínseca y la responsabilidad. Sus teorías han revolucionado la psicología hasta tal punto que han sido adoptadas por algunos líderes mundiales. Sus libros, como Flow: The Psychology Of Optimal Experience, se han convertido en grandes éxitos de ventas y en influyentes manuales de las nuevas escuelas de psicología positivista.

Eduard Punset:
Antes de leer tus libros, hace muchos años, encontré a mucha gente que estaba preocupada por el problema de la felicidad, y a menudo me preguntaban cómo resolvía yo el problema de la felicidad personal. Y recuerdo que decía, “no tengo tiempo”, voy de una obsesión a otra, y no me queda tiempo para estar triste.

Mihaly Csikszentmihalyi:
Bueno ¿y estás contento con tus obsesiones?

EP:
Sí, completamente feliz. Y me he dado cuenta de que esto está relacionado con el tema del “estado de flujo”.

MC:
Sin duda, y hasta cierto punto las experiencias de “estado de flujo” tienden a suceder en actividades que para el principiante parecen como obsesiones. No se comprende por qué te puedes dedicar toda una vida a mirar por el microscopio y estudiar las células, o por qué te puede gustar el correr cada día un poquito más rápido que otro. Se puede pensar que es una tontería, pero los que lo hacen saben que les gusta, que están en control de sus vidas y que obtienen beneficios de aquello que hacen y en lo que invierten. Esto les hace de lo más felices.
 


El concepto del "estado de flujo" de Csikszentmihalyi está tratado
también en El viaje a la felicidad de Punset. (Fuente: smartplanet)
EP:
Mihaly, dices que la felicidad depende de la experiencia, y que la experiencia depende de lo que se hace, y entonces es divertido porque cuando se analiza lo que se hace resulta que no hay una gran diferencia entre lo que hacemos y lo que hacían los babuinos hace millones de años…

MC:
Y que todavía hacen. Aunque hayamos cambiado, básicamente las categorías principales son muy similares. Tenemos que gastar un tercio de la vida en que estamos despiertos en algo productivo, en algo relacionado con conseguir calorías para el organismo, ya sea cazando o trabajando en una fábrica, o estudiando, los jóvenes. El otro tercio es lo que llamamos mantenimiento, que es simplemente tener el cuerpo en un cierto nivel de funcionamiento, es decir vestirse, afeitarse, peinarse, comer, desplazarse al trabajo… por hacer todo esto no se recibe ningún sueldo, pero hay que hacerlo ya que de lo contrario el cuerpo se deteriora: el pelo crece y la gente se deja. Y lo tercero es el placer, que es lo que los griegos llamaban “escoleia”, que significa lo que se hace en el tiempo libre. Esta es la palabra de la que se deriva la palabra escuela, porque para los filósofos griegos lo que se hace en el tiempo libre es aprender, y esta era la manera de crecer y mejorar…

EP:
Luego volveremos a esto para ver cuál de las tres es más fácil, o la más habitual para entrar en el “estado de flujo”. Pero cuando suenen las campanadas de fin de año, la mayoría de las personas se encontrarán en un lugar que han elegido otros por casualidad, y unos pocos, que probablemente son felices, estarán allí porque realmente quieren estar allí, y porque realmente controlan la situación. ¿Tiene esto algo que ver con tu concepto de “estado de flujo”?

MC:
Desde luego, el “estado de flujo” es esencialmente eso: la capacidad de concentrar la energía psíquica y la atención en planes y objetivos de nuestra elección, y que se siente que vale la pena realizarlos porque se ha decidido este tipo de vida, y se disfruta cada momento en lo que se hace.



Llevar a cabo planes y objetivos de nuestra elección,
algo fundamental para fluir. (Fuente: smartplanet)
EP:
Cuando estoy con alguien que está en el paro, es la persona menos feliz del mundo. Pero si se quiere estar con alguien que sea el que más se queja de todos, ésa es la persona que tiene un trabajo, y siempre se está quejando. Pero tú dices que hay que tener cuidado, porque aquí hay algo importante.

MC:
Es obvio que existen muchos trabajos que son muy fáciles o muy difíciles, y la gente se aburre o se siente alienada. El trabajo no es perfecto, pero lo que me sorprende es lo realmente positivo que suele ser el trabajo. Para la gente que va al trabajo y vuelve a casa, hay un aspecto del trabajo que es diferente del tiempo libre y eso hace que la gente se sienta limitada, no hace que la gente se sienta libre, y esto es suficiente para que la gente diga que “no quiero seguir haciendo esto” aunque en realidad se sientan mejor. Y tú preguntabas sobre la paradoja del trabajo, y es cierto que mucha gente a la que he estudiado quiere irse a casa, una vez terminado el trabajo, lo antes posible. Y cuando llegan a casa, algunos están aburridos, se deprimen y tienen que encender la TV o tienen que distraerse de alguna manera…

EP:
En realidad has demostrado que los fines de semana es cuando la gente es menos feliz, o al menos es cuando…

MC:
Sí, no fluyen, no tienen esas experiencias, y esta paradoja es muy extraña y la hemos estudiado en distintos países y hemos hallado los mismos resultados. En el trabajo generalmente se tienen los objetivos muy claros y se pueden gestionar, que es una de las cosas que produce el flujo: el saber que hay que hacer algo en concreto; y la otra es que se tiene un feedback, es decir que se puede ver cómo se está actuando, ya sea por los clientes, el jefe o los colegas, o por lo que se está haciendo, de manera que hay feedback. Una parte muy importante del flujo es que las habilidades o las destrezas están en equilibrio con el reto de lo que se tiene que hacer. Y generalmente en el trabajo se llega a equilibrar esto: está muy claro. O sea que la paradoja reside en que el trabajo, en muchas ocasiones, es más como un juego que lo que hacemos en el tiempo libre en casa. Hay mucha gente que no sabe realmente qué hacer con su tiempo libre: no saben qué es lo mejor, no tienen feedback, creen que sus destrezas no están optimizadas…
 


Según Csikszentmihalyi, en trabajos antiguos como el de los
cazadores o pastores, había flujo. (Fuente: Wikipedia)
EP:
Estamos seguros de que el flujo puede suceder en el trabajo, aunque existe la paradoja de la que hablábamos. En el tiempo de ocio conducir produce el estado de flujo, y parece ser que el sexo es una ocasión para equilibrar las sensaciones…

MC:
Y la amistad también…

EP:
La llamas relaciones.

MC:
Bueno “relaciones” es el término técnico, pero en realidad es la amistad.

EP:
¿Quizás más que la familia?

MC:
Bueno, la gente se siente a menudo más libre y relajada con los amigos porque no tienen responsabilidad ni obligaciones, y en ese sentido la familia es como el trabajo: se tiene un compromiso. Pero por supuesto la experiencia típica de estado de flujo provienen de actividades que existen porque generan flujo, como son el arte, la música los deportes. Estas son formas culturales cuyo único objetivo es proporcionar el estado de flujo. No siempre se experimenta el flujo con estas actividades, pero si no se experimentara no existirían. Esta es la parte de ocio, pero no es suficiente experimentar el flujo en el ocio, lo importante, creo yo, es experimentarlo en el trabajo, en la amistad, en la familia, etc. ya que de esta manera toda la vida está en estado de flujo, en vez de estar dividida en trabajo y tiempo libre, se experimenta en su totalidad.

EP:
Porque la soledad no es la mejor…

MC:
No, San Juan de la Cruz escribió que la soledad es lo más maravilloso, pero para la mayoría de las personas no lo es, hay que aprender a apreciarla, hay que saber estar solo, y la mayoría de la gente se deprime…



El arte o el deporte son "formas culturales cuyo único
objetivo es proporcionar el estado de flujo", dice
Csikszentmihalyi. (Fuente: smartplanet)
EP:
Una cosa muy parecida a lo que estás diciendo ahora es lo que dicen otros científicos de la sanidad pública en países muy lejanos a California, que dicen que para que el trabajo funcione y para mantener la salud hay que poder controlar un poco lo que se hace, y que haya cosas que se puedan cambiar; y lo segundo, que es algo que también sugieres, es la capacidad de saber cómo hacerlo. Parece ser que hay que controlar y al mismo tiempo tener unas capacidades innatas o que se aprendan que pueden ayudar a fluir.
MC:
Es exactamente así. ¿Es este el tema del libro que estás escribiendo?

EP:
Se llama Viaje a la Felicidad, sí. Es un libro sobre lo que los científicos han acordado sobre qué es la felicidad. Tú por supuesto sales, junto con algunos otros amigos míos. Y parece increíble que antes de ti, y de algunos como tú que habéis estado trabajando más de 10 años sobre este tema en particular, no había nada en la comunidad científica, ni en el resto tampoco. ¿Cómo es esto?

MC:
Creo que durante los primeros 60 años del siglo pasado en la psicología había por un lado el paradigma conductista de estímulo y respuesta y, por el otro, la perspectiva psicoanalítica freudiana. Las dos eran muy potentes e influyentes, y no dejaban mucho lugar para nada más. Cuando yo escribí mi primer libro, Beyond Boredom & Anxiety, era en parte una respuesta a esto; que el sentimiento de flujo se encuentra entre el aburrimiento -por un lado- y la ansiedad -en el otro-. Cuando escribí ese libro pensé que quizá en el primer capítulo debía argumentar por qué el psicoanálisis no era la teoría definitiva, y en el segundo capítulo por qué el conductismo tampoco era la teoría perfecta, y entonces escribir la mía. Y después pensé que no podía escribir mucho sobre estas teorías, de manera que decidí olvidarme de ellas y escribí mi libro. Corría mucho riesgo, porque en aquella época ignorarlas era como decir que “Dios no existe”.



Para Csikszentmihalyi, lo que nos diferencia de los animales
es el tiempo libre. (Fuente: smartplanet)
EP:
Hay una última pregunta, que la hemos tocado un poco… pero yo tengo esta idea, que es posible que esté completamente equivocada, de que biológicamente somos una especie que tiene un déficit en el mantenimiento, somos una especie que invierte mucho en la reproducción, y muy poco en el mantenimiento. ¿Por qué? Bueno, porque la esperanza de vida era muy corta. ¿Qué te parece?

MC:
Creo que este es el motivo por el que Aristóteles y los griegos decían que los seres humanos eran diferentes de otras especies sólo en el tiempo libre, en el ocio y en la escoleia -que ya hemos mencionado-. Aparte de esto, somos como el resto de los animales: tenemos que trabajar, tener hijos, y eso es todo una y otra vez.

EP:
Y pagar la hipoteca…

MC:
Y pagar la hipoteca, y cuando se es libre se tiene la capacidad de elección, de utilizar el tiempo y la energía en formas que no están prescritas por las necesidades genéticas. Pero creo que lo que estás diciendo es una situación bastante nueva, que el ocio se ha convertido… dura más, ya que la gente se muere más tarde, y nos jubilamos antes, y durante casi la mitad de nuestras vidas no trabajamos, no tenemos que hacer nada…



"La gente tiene que descubrir una nueva forma de vivir, si
no será muy aburrido." (Fuente: smartplanet)
EP:
…aquí es donde creo que tu idea de entrar en estado de flujo es un síntoma de esta nueva situación.

MC:
Yo creo que antes había del flujo en el trabajo, cazar era de esta manera, y los pastores que iban con las ovejas de España a Francia, en la Edad Media, era una actividad que sabían cómo hacerla, y tenían que prestar atención. O sea que el mantenimiento y el trabajo estaban más unidos. Después comenzaron a separarse, sobre todo durante la Revolución Industrial, cuando las personas fueron a las fábricas. Y ahora estamos en una situación ligeramente diferente, ya que las personas tienen unos trabajos razonablemente buenos pero tenemos esos 40 años para hacer no se sabe qué. De manera que la gente tiene que descubrir una nueva forma de vivir, si no será muy aburrido y la gente estará esperando las campanadas de fin de año para poder decir, bueno, ya puedo irme, en lugar de disfrutar de la vida.

domingo, 17 de marzo de 2013

Estuve ahorrando para dejar de trabajar a los 45 años"



La exdirectora de Uría Menéndez en Barcelona ha cambiado los tacones y los trajes de chaqueta por unos tejanos y ropa cómoda.
Ariadna Cambronero (Barcelona, 1967) dejó el pasado septiembre su puesto como directora de la oficina de Uría Menéndez en Barcelona tras cinco años en el cargo y casi diez vinculada al bufete de abogados y a su consejo de administración. Lo hizo de forma voluntaria, con el objetivo de dejar de ejercer de abogada y buscar otras aspiraciones en la vida. Y no lo hizo de forma repentina. Hacía años que tenía pensado dejar de trabajar cuando cumpliera 45 años. "Esta edad para mí era un umbral; no quería dedicarme toda mi vida al 100% a una profesión tan intensa como la abogacía, tengo otras inquietudes vitales", explica Cambronero, que ha cambiado los trajes de chaqueta y los tacones por unos tejanos y ropa cómoda entre semana.
"Dejar Uría fue una decisión muy meditada, no es que estuviera quemada por mi trabajo, sentía que quería ser dueña de mi tiempo, porque cada día que pasa es uno menos que tienes», comenta. Cambronero es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona, está casada y no tiene hijos.
Trekking
Lo primero que hizo tras dejar Uría fue viajar a Nepal con su marido para hacer trekking. La bicicleta y la montaña son dos de sus grandes pasiones."Hacía años que teníamos pendiente un viaje al Himalaya y me pareció una buena forma de romper con la parte de mi vida que dejaba atrás", comenta Cambronero.
Allí aprovechó para retomar una de las pasiones que tenía olvidadas: la fotografía. "De vuelta en Barcelona he empezado a ir a clases para mejorar mi destreza con la cámara", explica la exdirectiva, que no se plantea, por ahora, ningún proyecto profesional sólido de futuro. "Quiero darme un año para volver a poner el contador a cero, luego ya veré si vuelvo al mundo profesional, pero no creo que lo haga como abogada; quiero hacer algo que me divierta», señala. También querría destinar parte de su tiempo al asesoramiento legal a ONG y proyectos sociales.
"Al final la vida profesional es cambiar tiempo por dinero, y cuando estás en una buena posición, el ritmo es muy exigente pero las remuneraciones son altas, puedes ahorrar y después plantearte un cambio de vida", cuenta Cambronero, que ahora reparte su tiempo entre su casa de Vallvidrera, a las afueras de Barcelona, y la Cerdaña, en el Pirineo catalán.
En cualquier caso no fue una transición fácil para una persona definida por sus compañeros de trabajo como muy metódica y perseverante. "Los primeros días en casa hacía listas de hasta veinte puntos que me obligaba a cumplir a rajatabla; ahora, cuatro meses después, ya me estoy olvidando de las listas", admite. Según Cambronero, su decisión se asemeja, en cierta manera, a la que toman algunas mujeres directivas cuando deciden dejar su trabajo para criar a sus hijos. "Yo no tengo hijos pero creo que lo que me ha ocurrido a mí es una sensación similar a la que deben tener muchas mujeres que, tras ser madres, se dan cuenta de que sus prioridades cambian, y que lo más importante no es el trabajo".
Punto de vista
"Conozco a mujeres brillantes que deciden dejar sus trabajos para ser madres, y sus jefes y colegas no lo entienden, porque es más difícil de procesar desde el punto de vista masculino, pero es una reflexión vital que tiene mucho sentido si puedes permitírtelo", añade la abogada.
Cambronero también cree que los empresarios y directivos españoles deberían hacer un mayor esfuerzo por cambiar de vida cada cierto tiempo. "En España parece que si decides hacer un paréntesis en tu vida laboral para dedicarte a otra cosa estás cometiendo una locura; pero reinventarse es muy positivo, y puede ayudarnos a todos a ser más creativos", dice.


Fuente: Expansión

jueves, 14 de marzo de 2013

Vivir en la excelencia


Vivir de otra manera.
¿Es ideal cualquier vida por desarrollarse simplemente en un mundo ideal o es ideal precisamente porque el mundo en que vivimos presenta alguna imperfección? Si el carácter ideal de la vida no guarda relación con el del mundo no habrá garantía alguna de que alcanzar la vida ideal suponga alcanzar el mundo ideal.



¿Cómo podemos concebir una vida ideal sin considerarla un objetivo alcanzable?


Según Aristóteles, los hombres definen lo que es una vida ideal en función de la consecución de la felicidad, que puede alcanzarse explotando al máximo las posibilidades vitales, en una sociedad que mantenga un equilibrio entre excelencia moral y rectitud.
Siguiendo a Aristóteles, podríamos decir que la vida será ideal cuando la persona sea capaz de vivirla de manera ideal, es decir, hallando un equilibrio entre la excelencia moral y la rectitud. De este modo, en todos los hombres podrá detectarse la búsqueda de la vida ideal, ya sea por medios placenteros o dolorosos, siempre que la vida se sitúe en un equilibrio de excelencia moral guiado por la propia virtud y sin respetar necesariamente las normas.
Siguiendo la lógica aristotélica, la felicidad procedería de una vida virtuosa, definida fundamentalmente por la consecución de un equilibrio en la vida y las actividades del sujeto.
Es improbable que los comportamientos y opciones extremos conduzcan a una felicidad auténtica y duradera. Sin embargo, no hay pautas absolutas para desarrollar una vida equilibrada, que es la que se compone de opciones y compromisos equilibrados. Ojalá pudiera acabar aquí y decir que una vida ideal es el resultado de una existencia compuesta de elecciones morales.
Pero, ¿acaso podemos decir que en una vida ideal no hay necesidad de acciones moralmente virtuosas? Sigue siendo cuestionable que una vida de opciones y compromisos equilibrados reporte necesariamente a todo el mundo una vida ideal.
En consecuencia, una vida equilibrada no es ni una utopía ni una concepción sistemática de una vida mucho mejor alcanzada mediante la inteligencia y la voluntad humanas. La utopía es la vida soñada hecha carne. Es un modelo imaginado a la espera de plasmarse.
Es la imagen de un mundo perfecto. Pero la humanidad, al ser imperfecta, no puede habitar un mundo perfecto. Esa es la razón de que los proyectos utópicos siempre hayan sido ideas impuestas. Por el contrario, una vida de excelencia no pretende imponerse a los demás. Es un horizonte común de ejemplaridad para todos los seres humanos.
Una vida de excelencia es una vida dentro de la vida en la que la ejemplaridad se mantiene mediante el compromiso individual con esa excelencia, que es un noble estado mental.
No es una imposición de lo bueno y lo malo. No tiene nada que ver ni con la riqueza ni con la fama, ni tampoco con las ambiciones políticas. No es ni una renuncia al mundo ni una nostalgia de otros mundos. Es la adopción de esa noble actitud vital que siempre ha simbolizado el concepto de sabiduría.
Una y otra vez, siempre que los seres humanos se han preguntado cómo es posible que alguien sea feliz y justo en su mundo, han tenido que recurrir a la sabiduría. Sófocles solía decir que “la sabiduría es el componente supremo de la felicidad”. Pero la felicidad, por sí sola, nunca es suficiente.
Para que la felicidad cree seres humanos felices se necesita también una fuerte y fría sabiduría. La felicidad sin sabiduría no puede más que producir banalidad y mediocridad.
En estos tiempos, la felicidad se relaciona con el conocimiento, el poder y la riqueza, no con la sabiduría. Es cierto que la sabiduría consiste en ser sabio en el propio tiempo, pero también en tener la capacidad de dudar de la ejemplaridad de ese tiempo. Pedro Abelardo lo sabía cuando dijo que “el comienzo de la sabiduría se encuentra en la duda; al dudar llegamos a la pregunta y buscando podemos tropezarnos con la verdad”.
No se puede ser sabio únicamente con la sabiduría del propio tiempo, porque bien podría ser que esa sabiduría no fuera más que ignorancia. En consecuencia, se podría decir que ser sabio es ser maduro en y con la vida, porque esta es el único consejero fiable. Es decir, la sabiduría vital está en la propia vida.
Por tanto, una vida de excelencia será una vida de sabiduría, libre de brutalidad y mediocridad.
En la vida y para poder vivirla, hace falta experiencia para separar lo accesorio de lo esencial. Como señaló Dietrich Bonhoeffer, eso es “reconocer lo importante dentro de lo fáctico”. De este modo, para pensar en una vida ideal que sea un estado de madurez y ejemplaridad humanas necesitamos concebirla como una actividad ética, como lo que Aristóteles denominaba eupraxis (buena acción).
Mantenerse fiel a la ética no es desear que nuestra vida discurra lo mejor posible, sino hacer lo que éticamente es mejor para cambiarla. Después de todo, una vida de excelencia puede definirse como una existencia vivida de otra manera.
Si logramos esa vida, podremos decir que es la mejor que se puede alcanzar. En consecuencia, una vida de excelencia será la consistente en vivir éticamente lo mejor que podamos. Será una vida ideal constituida por un completo abanico de actividades humanas guiadas por la excelencia, no solo por la diversión. La excelencia no radica en la repetición, sino en lo que está a nuestro alcance realizar. No se logra fácilmente.
En consecuencia, una vida ideal mantiene una relación directa con nuestro compromiso con la excelencia.
Como dijo Séneca, “la vida es como una representación teatral: lo que importa no es la duración sino la excelencia del drama”. Para quienes creen en la vida como excelencia, el ideal es la propia vida.
Afanarse por alcanzar la excelencia es un método seguro para alzar nuestra vida por encima de la mediocridad. La excelencia es mejor maestra que la mediocridad. Es una labor, no una premisa.
Es el resultado gradual de esforzarse siempre por hacer las cosas con nobleza y ejemplaridad. En consecuencia, sería un error pensar en una vida de excelencia que fuera un estado de perfección, ya que esta no es la única alternativa a la mediocridad.
La excelencia es una alternativa más ética.
Cuando vivimos en la excelencia, puede que no sepamos qué aspecto ideal está presente en nuestra vida o en una vida ajena. Pero sin duda sabremos que, si hay una vida ideal, se basará en vivir de la forma más noble e ideal que podamos.
Ramin Jahanbegloo
Filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto.
Publicado en: El País


miércoles, 13 de marzo de 2013

Be happy

BE HAPPY (SÉ FELIZ)
Un pequeño libro que te ayuda a ser feliz

Autor: Sheehan, Monica
Páginas: 128
Tamaño: 10,5x13,5
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 978-84-96708-39-6
Género: Espiritualidad
Descripción:

Este pequeño libro es todo lo que necesitas para levantar tu humor. Las divertidas e inspiradoras ilustraciones de Monica Sheehan, acompañadas de originales textos, nos recuerdan un conjunto de cosas sencillas que podemos hacer para ser más felices. Míralo todo desde una nueva perspectiva, conserva tu capacidad para sorprenderte, no vivas aislado o vence tus temores son algunas de las perlas que encontrarás ¡Recógelas y benefíciate inmediatamente!


Video






martes, 12 de marzo de 2013

Como aprender a ser feliz


No existe nadie en este mundo que no quiera ser feliz. Podemos atrevernos a decir que esta afirmación es de las pocas cosas en las que todo el mundo coincide. Pues bien para los más pesimistas los expertos aseguran que alcanzar la felicidad es posible pero requiere poner en práctica unas recomendaciones que requerirán un esfuerzo y un compromiso que sin duda merecerán la pena o al menos eso es lo que asegura el doctor en Psicología Rafael Martos que ha reunido en Jaén a psicólogos y expertos en inteligencia emocional con la intención de aproximarse desde el estudio científico a la felicidad de las personas y ver cuáles son los factores que dependen de uno mismo y cuales nos vienen dados.
Las principales conclusiones de las jornadas nos animan a ser optimistas en estos tiempos de crisis. Martos indica que «la felicidad depende de muchos factores» que se clasifican en tres categorías: factores genéticos, factores circunstanciales y la actividad intencional, que son los recursos que se pueden trabajar.
Los factores genéticos suponen un 50% de las causas que hacen que una persona sea feliz. Los circunstanciales como el lugar de nacimiento, raza, sexo, edad, ingresos económicos o salud tan solo un 10% mientras que el 40% restante lo componen las actividades intencionales que depende de uno mismo, de la voluntad de la persona, de plantearse metas a no muy largo plazo, con planes realistas acordes a los objetivos y valores de uno mismo, que al mismo tiempo requieren de tiempo, trabajo y esfuerzo.
Según los expertos el dinero apenas si tiene influencia una vez que se cubren unas necesidades básicas, la salud también es poco influyente, ya que hay personas con enfermedades difíciles que sin embargo son muy felices, mientras que el amor puede influir algo más, ya que tiene que ver con las relaciones sociales, y la persona es un ser social.

Las doce reglas de oro para ser feliz

Existen doce sencillos pasos investigados, probados científicamente y recomendados por la profesora de la Universidad de California, Sonja Lyubomirsky que deben ser ejercitados diariamente en la vida cotidiana, ya que, tal como ha asegurado el profesor Martos, «la felicidad es algo que requiere esfuerzo y estas actividades exigen un compromiso». Las pautas son las siguientes:
1- Expresar gratitud por las pequeñas cosas de la vida. 
2- Cultivar el optimismo, aun siendo pesimista. 
3- Evitar las comparaciones sociales. 
4- Practicar la amabilidad. 
5- Cuidar las relaciones sociales. 
6- Desarrollar estrategias de afrontamiento. 
7- Aprender a perdonar, no por la otra persona sino por uno mismo.
8- Fluir, involucrarse en una actividad en la que se esté completamente absorto.
9- Saborear la alegría de la vida por pequeñas que sean.
10- Comprometerse con objetivos.
11- Practicar la religión o la espiritualidad
12- Cultivar el cuerpo practicando ejercicio.



Fuente: ABC

lunes, 11 de marzo de 2013

10 Claves de la felicidad

Sí está en nuestras manos alcanzarla.
Los hallazgos que realiza la ciencia nos ayudan a vivir mejor. Los investigadores llevan por lo menos 70 años estudiando a la gente feliz y a la que no lo es, y por fin creen haber identificado los factores que determinan esta condición. Aquí presentamos los 10 principales. Por cierto, los especialistas atribuyen a los genes un 50 por ciento del temperamento, y los demás factores conforman el resto.

1- Riqueza

El dinero contribuye a la felicidad hasta cierto punto, pero cuando uno cuenta con casa, vestido y sustento va perdiendo importancia. Los científicos han observado que, en general, la gente más rica es más feliz; sin embargo, la relación entre dinero y felicidad es compleja. En los últimos 50 años, el ingreso promedio aumentó mucho en los países industrializados, no así los niveles de felicidad. Al parecer, una vez satisfechas las necesidades básicas, él dinero proporciona más dicha sólo si uno tiene más que los amigos, los vecinos y los colegas.
"El dinero compra estatus, y éste hace que la gente se sienta mejor", dice Andrew Oswald, economista de la Universidad de Warwick, en Coventry, Inglaterra. Esto explica por qué algunas personas que buscan estatus en otra forma (científicos y actores, por ejemplo) aceptan de buena gana empleos no muy bien pagados.
Los 10 factores de la felicidad

domingo, 10 de marzo de 2013

'El instinto de la felicidad funciona incluso en las situaciones más difíciles'


En plena crisis económica, y rodeados de noticias que van minando nuestra alegría diaria, Luis Rojas Marcos dice haber identificado los protectores de la dicha. En su nuevo libro, 'Secretos de la felicidad', enumera además los mecanismos neuroquímicos que están detrás de las emociones placenteras. De esto y, de muchas otras cosas, este psiquiatra, que dirigió durante siete años el Sistema de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York, ciudad donde reside, habla en una entrevista con ELMUNDO.es durante una visita en Madrid.

¿Por qué escribe sobre felicidad?
La medicina hizo un cambio significativo hace 20-25 años y fue cuando nos dimos cuenta de que no basta con curar las enfermedades, sino que es importante valorar el estado inmunológico y emocional, qué cualidades tenemos los seres humanos naturales que nos protegen o que nos ayudan a superar situaciones difíciles en la vida. Se empezaron a investigar temas como el optimismo y la felicidad, la capacidad de relacionarse... Es un tema que antes trataban los filósofos, pero no se había estudiado de una forma metódica. De ahí que yo también entrase en ese mundo, de estudiar la influencia de las cualidades positivas.
¿Es usted feliz?
Yo me doy un 8,5. Ese número va a ser muy parecido en muchas personas diferentes, aunque cambies de país, excepto en aquellas que no tienen cubiertas sus necesidades y también en las personas que están deprimidas. Al 80%, si le preguntas, va a dar más de un 5, hombres, mujeres, mayores...
¿Los españoles tienen alguna particularidad?
Aquí no se habla de la felicidad. No se presume de ser feliz. En Estados Unidos, en cambio, se glorifica la felicidad, y no es que sean más felices (normalmente se puntúan también con un 7 o un 8), sino que la cultura fomenta hablar del tema, hasta el punto de que la mayoría de las personas creyentes piensan que cuanto más feliz eres más probabilidades tienes de ir al cielo.
¿Por qué les cuesta tan poco ser felices a los niños?
Porque el instinto de la felicidad es genético. Todos nacemos con la capacidad de proteger y buscar nuestra satisfacción de la vida, necesaria para que la especie continúe. Los niños, si les dejamos tranquilos, de forma natural van a ser felices, porque está en sus genes. Incluso algunos que pasan por una infancia muy dura, luego les preguntas cómo de felices son y te dan un 7 o un 8, porque lo han superado. Normalmente, el ser humano tiende a sentirse bien.
¿Usted fue un niño feliz?
Síiii (pensativo), yo fui un niño con problemas, hiperactivo, que me cateaban, y lo pasé muy mal, porque a mis padres no le gustaba lo de los cates. Pero en aquel momento, si me hubieras preguntado, cuando tenía 12, 13 ó 14 años no sé lo que hubiera contestado. Luego tuve la suerte de que mi madre me dijo: 'parece que tienes buen oído para la música, ¿por qué no pruebas algún instrumento?'. Y empecé a tocar el piano, y con 15 años ya tocaba la batería en un conjunto, que es el instrumento ideal para un niño hiperactivo. Aquello ayudó a mi autoestima porque, aunque me cateaban, eso de tocar por la radio, me ayudaba a ligar y pensaba: 'Soy un desastre en el cole, pero mira, caigo bien'. Eso me sirvió para nivelar mi autoestima. A medida que empecé a comprender que podía utilizar el exceso de energía para estudiar más o trabajar, me fue yendo mejor. Mirando hacia atrás, con todos los problemas, en general me doy un 8,5.
¿Cómo se potencia la autoestima en un adulto?
En una persona adulta es más complicado, a no ser que su autoestima haya bajado por algo concreto. En ese caso, estas personas son más fáciles de ayudar. Por ejemplo, si está deprimida porque ha roto con su pareja o tiene problemas en su familia, es lógico que la autoestima baje. La cuestión es superar ese problema.

Ahora, si la persona ha crecido con una autoestima baja y se mantiene, cambiar eso requiere tiempo y mucho esfuerzo, y dinero por lo menos en Estados Unidos, porque es algo que se ha consolidado. Hay que empezar a hacer listas, para encontrar algo con lo que se encuentre bien. Y comenzar a desarrollar parcelas que la persona pueda desarrollar para aumentar su autoestima.
¿Se puede ser feliz con una situación económica difícil?
Sin conocer el caso concreto no se pueden dar consejos buenos. Si una persona no tiene empleo, lo primero que le preguntaría es cómo se siente. Y probablemente nos llevaríamos una sorpresa. Porque es fácil que nos diga que bien. Porque puede decir: 'Aunque no tengo trabajo tengo la suerte de que mi familia me ayuda, y me entiende, y también me he organizado mi día, hago deporte, leo más... Del cero al 10, estoy en un 6'. El instinto de la felicidad funciona incluso en las situaciones más difíciles. Nacemos con esa necesidad de sentirnos bien. De forma instintiva echamos mano de protectores. Hay algunos que podemos trabajar mejor, también hay que diversificar.
¿Es mejor dejar de hablar de la crisis para ser felices?
La queja forma parte de la esencia de este país. La utilizamos para dialogar, para relacionarnos. Nos quitan la queja, ¿y de qué vamos a hablar? Es un elemento esencial en esta cultura. ¿Cómo le vas a decir a la gente que deje de hacerlo? Aquí atrae mucho hablar de la tragedia, pero cuando preguntas: '¿Y tú cómo estás?' Normalmente, la gente se da una nota alta, a pesar de estar rodeados de tragedias. Hay que tener en cuenta esa dicotomía, lo general y lo individual.
¿Hay muchas personas que no se fían del psiquiatra?
Sí, y muchas otras que no van por miedo al que dirán. La enfermedad mental tiene mucho de estigma, no en todos los sitios, por ejemplo en Nueva York hay gente que presume de ir al psiquiatra. Pero todavía ir al psiquiatra no es fácil, sobre todo en los pueblos o en las ciudades pequeñas.
Usted, psiquiatra, ¿ha ido alguna vez al psiquiatra? ¿Ha tenido alguna vez depresión?
Sí. Cuando murió mi padre, estaba en Nueva York. Él había sido un buen padre, pero era autoritario. Luego me fui y nunca hablamos. Me hubiera gustado hablar con él, aclarar cómo me sentía con él. Me sentí deprimido. Y me ayudó ir a un colega.

Después del 11-S, que lo viví muy cerca, me dediqué a trabajar. No notaba nada hasta que un día empecé a sentirme raro. También fui a hablar con un colega y le conté lo que había vivido aquel día y aquella semana.
¿Tomó alguna medicación?
No, no me la recetaron, pero me la hubiera tomado.
¿Cuáles son las herramientas para conseguir la felicidad?
Hablar, contar historias... Contar algo que no entiendes bien, al hablarlo lo organizas, y al organizarlo empiezas a entenderlo, a darle sentido. Cuando empecé a hablar con mi colega sobre el 11-S, le empecé a contar mi historia, y de esta manera le di su significado.

Por otro lado, está demostrado que el ejercicio físico es muy útil para la mente.
Usted empezó a correr a los 40 años, ¿por qué lo hizo?
Por la hiperactividad y el estrés. Mi mujer me dijo: 'Mira Luis, no hay quien te aguante'. Yo nunca había hecho ejercicio. Lo mío era aplicar la energía en otra cosa. Ella me convenció y compró una cinta [rodante] que puso en el dormitorio. Fue un reto. Recuerdo que corría dos minutos y tenía que parar. Pero con el tiempo notaba que me sentaba muy bien aquello de sudar. Así que pasé al parque y vi que me gustaba. Y cuando alguien me dijo: '¿Por qué no corres un maratón?' Lo intenté, y ya llevo 19 maratones.
¿Su mujer notó diferencia?
Sí, y yo también. Quería mantener la relación. Hubiera hecho lo que fuera.
O sea, ¿que empezó a correr por amor?
Sí, empecé a correr por amor. No se me había ocurrido.



Fuente: El Mundo

sábado, 9 de marzo de 2013

EL OPTIMISMO VITAL CREA FELICIDAD.


EL OPTIMISMO VITAL CREA FELICIDAD.

EL OPTIMISTA VITAL CREA FELICIDAD Y ALEGRÍA Y LA CONTAGIA



Nuestro objetivo es producir felicidad, sembrarla y esparcirla por todas partes. Queremos contagiar nuestras ganas de vivir. Hace muchos años, un médico de empresa me dijo que no tenía más remedio que darme la razón sobre mí teoría de que la felicidad, el optimismo, la alegría y las emociones positivas, al igual que las negativas, se contagian.

Él mismo pudo comprobarlo en la gran empresa en que prestaba sus servicios como médico. Me comentó que en un departamento en el que trabajaban unas personas, siendo dos claramente positivas, optimistas y alegres, hasta el punto de que contagiaban a todos su alegría y positivismo, apenas había bajas por enfermedad y la producción era claramente superior a los demás departamentos.

Al mismo tiempo, en otro departamento en el que también trabajaban unas 20 ó 25 personas, de la cuales, tres estaban casi siempre enfermas, eran muy pesimistas y depresivos y no cesaban de contar sus penas, era el departamento con más bajas por enfermedad.

Este médico observó que se creaba una especie de “contagio” por parte de las personas positivas o negativas. Me dijo, que él mismo, cuando visitaba el departamento en el que dos personas muy positivas todo lo optimizaban, salía riendo, se sentía mejor y se lo notaban en casa. Sin embargo, el día que visitaba a los del departamento lacrimógeno y pesimista, él mismo se encontraba un poco “tocado” y hasta más triste.

Precisamente la razón por la cual decidí escribir mi libro “Optimismo Vital” y después crear esta página, es porque tengo muy claro que tanto el bien, como el mal, tanto el optimismo como el pesimismo son altamente contagiosos. Me encanta que personas esforzadas, optimistas, entusiastas y con una actitud mental positiva, puedan desde www.cluboptimistavital.com contagiarse de nuestra alegría y ganas de vivir quienes nos visiten.

Investigaciones de las Universidades de Harvard y de california (Estados Unidos) han descubierto que ser felices no solo tiene que ver con un proceso de creación interna de cada persona, sino que también se debe a una especie de “contagio”, de fenómeno colectivo que se extiende a través de las redes sociales a modo de telaraña.

Los responsables de este estudio han investigado a 5000 personas interconectadas a lo largo de 20 años y han descubierto que cuando una o varias personas decían sentirse muy felices, ese sentimiento de dicha se esparcía como lo hacen las ondas en el agua, entre todos los sujetos del grupo, y se incrementaba la posibilidad de que otros muchos también se sintieran felices.

Parece ser que en la tristeza, aunque también se produce ese contagio, la intensidad es menor. Uno de los autores de este estudio, James Fowler afirma que “la inyección de sentimientos positivos”, puede ser tan poderosa como para durar un año. Todo el trabajo realizado apunta a que “los dichosos se agrupan”.

Según esto, cualquier persona tiene hasta un 15% más de posibilidades de ser feliz si está conectada a otro que también lo es. Parece ser, además que la transmisión de sentimientos es mucho más poderosa entre personas del mismo sexo y el bienestar entre amigos o vecinos puede ser más contagioso que el de la pareja.

Me encanta saber que la felicidad, el entusiasmo y el optimismo son emociones positivas que podemos contagiar y al hacerlo nos convertimos en sembradores de bien y de bondad. Nada es comparable a conseguir que alguien sea más feliz por nuestra causa.

(Bernabé Tierno)

viernes, 8 de marzo de 2013

Optimismo Forjar un modo de ser entusiasta



El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia , descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia. 

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos. 

El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

- Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

- Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

- Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

- Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

- No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.
 

jueves, 7 de marzo de 2013

Emilio Duró – Optimismo e Ilusión



Conferencia de Emilio Duro en Galicia

El mundo esta en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños.








Optimismo para torpes

En tiempos de crisis e incertidumbre, donde las cosas no siempre suceden como nos gustaría, son necesarias altas dosis de optimismo para mantener la ilusión y las ganas de disfrutar de la vida. Esa es la esencia de Optimismo para torpes, el libro que Carlos Hernández ha presentado en Madrid y en el que el autor muestra los secretos para mantener un optimismo inteligente a pesar de las dificultades.

El autor nos descubre por qué las personas optimistas son más felices, cuales son los beneficios de esta buena práctica, y sobre todo, cómo desarrollarla. El optimismo se relaciona además con otras cualidades, como la flexibilidad, la automotivación o el sentido del humor, y la obra ayuda a “cambiarnos las gafas para tener una visión menos negativa de la realidad”.

El autor, un optimista empedernido

Carlos Hernández se describe como un “optimista empedernido”. Master en RR.HH., licenciado en Sociología y en Periodismo y Diplomado en Trabajo Social, Carlos es un apasionado de las personas y lleva más de 15  años tratando de contagiar su espíritu positivo a todo el que está dispuesto a escucharle. Su fuerte optimismo le hizo convertirse en emprendedor, y
después de pasar por varias multinacionales, creó su propia marca, DOSABRAZOS, desde donde imparte, cursos y conferencias sobre motivación y desarrollo personal, caracterizadas siempre por el uso del sentido del humor y la búsqueda de lo positivo.

Se hizo merecedor del Premio Excelencia 2012 de la Universidad Carlos III de Madrid por su trayectoria emprendedora y profesional. Es, además,profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, y colabora con distintas universidades y escuelas de negocios. En los últimos años se ha convertido en conferenciante de referencia en empresas y asociaciones profesionales de Recursos Humanos en España y Latinoamérica.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Los japoneses comen y beben en español

Las exportaciones españolas de productos agroalimentarios y bebidas al mercado japonés alcanzaron en 2012 los 418 millones de euros, lo que supuso un crecimiento del 26% respecto a 2011. Es el tercer año consecutivo que las ventas del sector a Japón (la segunda economía de Asia, la tercera economía mundial y el segundo mercado de consumo del mundo) crecen por encima del 20%, según ha informado el ICEX. A pesar de las dificultades que pueda suponer acceder a un mercado tan exigente como el japonés, una población de 127 millones de habitantes, uno de los poderes adquisitivos más altos del mundo, la lealtad del comprador y la puntualidad en el pago, son razones de peso para que las empresas españolas de alimentación elijan a Japón para vender sus productos. Por productos, son los cárnicos congelados los que encabezan el ranking con 92 millones de euros, seguidos del aceite de oliva con 60 millones de de euros, los pescados frescos con 48 millones de euros y los vinos con denominación de origen con 30 millones. Un mercado muy exigente El consumidor japonés siente gran curiosidad a la hora de probar nuevos productos y, por lo general, suele considerar que los alimentos y bebidas importados desde Europa son de mejor calidad y más dignos de confianza. Entre las últimas tendencias observadas destaca el creciente interés del público japonés, y en consecuencia de los importadores, por productos de tamaño pequeño o presentados en formato “mini” y con diseño atractivo. Es un destino comercial donde la obsesión por el detalle, la excelencia en el servicio y la exigencia son máximas. Por ello, el exportador español de alimentos debe ajustarse a las preferencias del consumidor japonés y no debe pasar por alto que, aunque utilizan los mismos materiales que en Occidente, existe mayor inversión en tecnología lo que se traduce en envases más eficientes y atractivos. El diseño y la presentación del envase puede ser más relevante en la decisión de compra que la propia calidad del producto y por ello deben cuidarse al máximo. Además, como el producto procedente de Europa es considerado como exclusivo y de calidad, esto lleva asociado un mayor precio.

Buenas noticias

Hoy presentamos nuestro nuevo Blog. Sólo buenas noticias, y actitud positiva, que nos ayuden a afrontar con optimismo la situación actual en que vivimos y generen la confianza que necesitamos para superarla.

Ánimo...que no somos tan malos como quieren hacernos creer!