La exdirectora de Uría Menéndez en Barcelona ha cambiado los tacones y los trajes de chaqueta por unos tejanos y ropa cómoda.
Ariadna Cambronero (Barcelona, 1967) dejó el pasado septiembre su puesto como directora de la oficina de Uría Menéndez en Barcelona tras cinco años en el cargo y casi diez vinculada al bufete de abogados y a su consejo de administración. Lo hizo de forma voluntaria, con el objetivo de dejar de ejercer de abogada y buscar otras aspiraciones en la vida. Y no lo hizo de forma repentina. Hacía años que tenía pensado dejar de trabajar cuando cumpliera 45 años. "Esta edad para mí era un umbral; no quería dedicarme toda mi vida al 100% a una profesión tan intensa como la abogacía, tengo otras inquietudes vitales", explica Cambronero, que ha cambiado los trajes de chaqueta y los tacones por unos tejanos y ropa cómoda entre semana.
"Dejar Uría fue una decisión muy meditada, no es que estuviera quemada por mi trabajo, sentía que quería ser dueña de mi tiempo, porque cada día que pasa es uno menos que tienes», comenta. Cambronero es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona, está casada y no tiene hijos.
Trekking
Lo primero que hizo tras dejar Uría fue viajar a Nepal con su marido para hacer trekking. La bicicleta y la montaña son dos de sus grandes pasiones."Hacía años que teníamos pendiente un viaje al Himalaya y me pareció una buena forma de romper con la parte de mi vida que dejaba atrás", comenta Cambronero.
Allí aprovechó para retomar una de las pasiones que tenía olvidadas: la fotografía. "De vuelta en Barcelona he empezado a ir a clases para mejorar mi destreza con la cámara", explica la exdirectiva, que no se plantea, por ahora, ningún proyecto profesional sólido de futuro. "Quiero darme un año para volver a poner el contador a cero, luego ya veré si vuelvo al mundo profesional, pero no creo que lo haga como abogada; quiero hacer algo que me divierta», señala. También querría destinar parte de su tiempo al asesoramiento legal a ONG y proyectos sociales.
"Al final la vida profesional es cambiar tiempo por dinero, y cuando estás en una buena posición, el ritmo es muy exigente pero las remuneraciones son altas, puedes ahorrar y después plantearte un cambio de vida", cuenta Cambronero, que ahora reparte su tiempo entre su casa de Vallvidrera, a las afueras de Barcelona, y la Cerdaña, en el Pirineo catalán.
En cualquier caso no fue una transición fácil para una persona definida por sus compañeros de trabajo como muy metódica y perseverante. "Los primeros días en casa hacía listas de hasta veinte puntos que me obligaba a cumplir a rajatabla; ahora, cuatro meses después, ya me estoy olvidando de las listas", admite. Según Cambronero, su decisión se asemeja, en cierta manera, a la que toman algunas mujeres directivas cuando deciden dejar su trabajo para criar a sus hijos. "Yo no tengo hijos pero creo que lo que me ha ocurrido a mí es una sensación similar a la que deben tener muchas mujeres que, tras ser madres, se dan cuenta de que sus prioridades cambian, y que lo más importante no es el trabajo".
Punto de vista
"Conozco a mujeres brillantes que deciden dejar sus trabajos para ser madres, y sus jefes y colegas no lo entienden, porque es más difícil de procesar desde el punto de vista masculino, pero es una reflexión vital que tiene mucho sentido si puedes permitírtelo", añade la abogada.
Cambronero también cree que los empresarios y directivos españoles deberían hacer un mayor esfuerzo por cambiar de vida cada cierto tiempo. "En España parece que si decides hacer un paréntesis en tu vida laboral para dedicarte a otra cosa estás cometiendo una locura; pero reinventarse es muy positivo, y puede ayudarnos a todos a ser más creativos", dice.
Fuente: Expansión
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